9.17.2010

La Iglesia en el movimiento de Independencia

Cuando volteamos hacia la historia de nuestro país nos podemos dar cuenta que México desde la era prehispánica hasta nuestros días, siempre hemos sido un pueblo de espiritualidad y fe. Las mismas que llevaron a aquellas civilizaciones a llevar una armonía con su entorno, la naturaleza, su sociedad y hasta con la divinidad. Aquellas que llevaron a un pueblo hace 200 años al levantamiento por defender su fe y su libertad. 
El hablar de fe, Iglesia y su influencia en el movimiento de independencia es en sí polémico, y encontraremos diversas opiniones al respecto, y me apresuro a decir, que todas ellas muy respetables. Sin embargo, muy poco y de manera un tanto superficial se sabe al respecto. Son más bien los prejuicios, los dires y diretes, y precisamente lo poco que se conoce, lo que realmente y lamentablemente se tienen de fundamentos para crear las opiniones.
No intento descubrir el hilo negro, pero si quiero exponer un poco más de fundamentos históricos ya que la historia por sí misma -como dijera Cicerón, es testigo de los tiempos, vida de la memoria, maestra de la vida (Magistra Vitae)- es una fuente de sabiduría. 
En este espacio que como su nombre bien lo dice es un Punto Sin Censura, invito a que con los fundamentos aquí expuestos, cada uno de nosotros, creyentes o no, con nuestras propias convicciones sobre el tema, dialoguemos sobre el papel de la Iglesia en el movimiento de nuestra Independencia, y vuelvo a decir, respetables todo tipo de opiniones por más diversas y aún encontradas que sean. 
Como mencionaba al inicio, México desde la época prehispánica ha sido un pueblo espiritual y de fe, si bien en aquellos ayeres eran creencias y prácticas muy distintas a las de ahora, no deja por ello de ser espiritualidad, pues era esto lo que les daba una gran sabiduría y armonía con la vida. 
Pero fue esta misma espiritualidad la clave del declive de esta civilización, ya que el mismo Moctezuma a la llegada de los españoles a Veracruz, creyó que el antiguo dios Quetzalcóatl regresaba a reclamar su tierra. 
Hernán Cortés, ya sea como pretexto o no para conquistar estas nuevas tierras, usó como principal razón de la conquista la implantación de la fe cristiana entre los indígenas.
Con el afán de conquistar y de gobernar los territorios encontrados y extraer riquezas se hicieron graves injusticias disimuladas con el pretexto de la evangelización, lo que trajo como consecuencia un doble trauma. Por un lado el trauma español que vio que su conquista era todo menos cristiana, y por el otro un trauma indio por ver destrozada su civilización. Ambos traumas generaron ira y resentimientos. Sin embargo, el pueblo indígena, ya sea por resignación o por la nueva fe que la Iglesia les había dado, y que en ella vieron una nueva liberación espiritual, dada por la Santísima Virgen de Guadalupe, llegaron a un convencimiento a integrarse a la nueva sociedad.
Tres siglos transcurrieron para que aquella población de indígenas a la cual llamarían La Nueva España, se convirtiera en una nueva nación, ni europea ni prehispánica. Con un nuevo orgullo nacionalista criollo. 
Fue la Iglesia mediante sus congregaciones quienes durante estos 300 años, construyeron no sólo conventos, sino que también caminos, puentes, hospitales y escuelas donde enseñaron varios oficios y defendieron al pueblo. Y también reconocer que las primeras ideas de una autonomía están en las literaturas clericales. Después esta misma influencia se vería en la mentalidad del cura Hidalgo y de Morelos.
A finales del siglo 18 e inicios del 19, ya había un malestar social. Las injusticias cometidas por los peninsulares contra los americanos, hambrunas por las sequías en la región del Bajío y la misma Ilustración que vino a traer nuevas corrientes filosóficas. Todas estas “piedritas” que se iban acumulando en el costal, como bien decimos, empezaron a crear inconformidad en la Nueva España, sin embargo, un factor que vino a ser causa importante para los primeros movimientos de independencia fueron los conocidos, agravios borbónicos. 
Una serie de medidas tendientes a consolidar el poder real, que afectaron gravemente la vida religiosa de la Nueva España, expulsando a varias congregaciones causando el derrumbamiento de muchas instituciones educativas y de asistencia social. 
La crisis española de 1808 daba pie a levantar el triple lema de Dios, Patria y Rey, frente a los franceses pintados de impíos, además de usurpadores. Eso explica que cuando el cura Hidalgo, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, sin tener aún un programa político claro ni articulado, convocó a los feligreses de Dolores a seguirlo, lo hizo en nombre de la religión, del reino y del rey prisionero de Napoleón. Y cuando, además de sus proclamas, empuñó el estandarte de la Virgen de Guadalupe en el santuario de Atotonilco, tocó una fibra clave en el alma de todos, su fe. 
Debemos recordar que la mayoría del ejercito insurgente era gente del pueblo, agricultores, ganaderos, etc. Es verdad que, como ocurre en toda guerra, se mezclan toda clase de motivos personales, familiares y sociales, de buena o no intención, no cabe duda que uno de esos motivos -para algunos sectores de la población la principal- fue el de defender su fe.
Ciertamente el que los dos grandes líderes del movimiento hayan sido curas, permitió que su simpatía y relación con sus feligreses, tuviera mayor impacto e influencia en el levantamiento del ejercito insurgente. 
Si bien el papel de la Iglesia a favor de la insurrección sólo estuvo en la acción de unos cuantos curas,  su verdadero papel va más allá de dicha labor y antes del inicio de este movimiento. Viene desde la formación del pueblo tanto en la fe como en lo social, humanista, intelectual, cultura. 
Ese, en lo personal, es el verdadero papel de la Iglesia en el movimiento que dio inicio a una nueva nación, a una nueva esperanza, a un nuevo orgullo. 
Por ello en un inicio hacía hincapié en voltear a la historia, y a veces no sólo basta con eso, sino que se tiene que hurgar en ella, profundizar para realmente discernir y comprender el por qué de las cosas. 
Y para terminar esta reflexión, me permito citar a un médico y sacerdote mexicano: Pero entre todas ellas (las opiniones), considero que en una estaremos de acuerdo todos los que intentemos una sincera revitalización de nuestro país: hemos de conocer bien nuestra historia para tener una base firme en la que podamos apoyarnos para alcanzar una mayor Independencia de las dependencias que actualmente nos detienen. 
Antes de ser Católicos, Protestantes, Médicos, Ingenieros, Sacerdotes, Políticos, somos Mexicanos.

1 comentario:

  1. Para comprender la historia de este país creo que es muy necesario mirar en varias direcciones y una de ellas son las religiones y sus instituciones. Los líderes no sólo provienen de los gobiernos, están en todos lados y tu artículo lo demuestra. Felicidades!

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